Cuántas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones. Cuántas veces la desconfianza ya instalada en nosotros, hace que juzguemos injustamente a personas y situaciones, y sin tener un por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta. Así por no utilizar nuestra capacidad de auto crítica y de observación, perdemos la gracia natural de compartir y enfrentar situaciones, haciendo crecer en nosotros la desconfianza y la preocupación. Nos inquietamos por acontecimientos que no son reales, que quizás nunca lleguemos a contemplar, y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca ocurrirán.
Dice un viejo proverbio...
"Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente,
pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad,
se consigue más de lo que se espera".
















No hay comentarios:
Publicar un comentario